Escrito por Encarna


Mochileros, 'foodies' y otros bichos viajeros
Una guía de campo, en clave de humor, para distinguir las especies que pueblan aeropuertos, selvas, playas y museos.

ISIDORO MERINO | 27-SEP-2013


Los viajes, y sobre todo los viajes en grupo, se prestan a las comparaciones con el reino animal. En ellos existen diferentes ecosistemas —hoteles, aeropuertos, autobuses, plazas mayores, zonas monumentales— poblados por especies diferentes que interaccionan entre ellas y con el entorno en un delicado y a veces imposible equilibrio. Propongo una clasificación taxonómica, en clave de humor, de 15 diversos tipos de turistas (también conocidos como viajeros) que se pueden encontrar en vacaciones. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
01 El macho (o hembra) alfa
Una de las especies más temibles. Líder nato, controla la situación y toma decisiones por el bien del grupo, incluso cuando no sabe lo que se trae entre manos. Cuando se juntan dos o más alfa en el mismo viaje (sobre todo si son machos, aunque no siempre), se suelen producir violentas luchas territoriales llamadas piques. Marca su territorio con frases del tipo: “El que no tiene ni idea eres tú” (en adelante, emplearé solo el género masculino, para no resultar un pelma).
02 El turista taoísta
No toma decisiones, se adapta. Nunca se queja por un cambio en el programa. Más que viajar, fluye, como el agua. “Be water, my friend”, versión turista. Da gusto viajar con ellos.
03 El marchoso
Tiene un olfato muy desarrollado que le permite dar con los mejores garitos. Se adapta al entorno, tanto si se baila salsa como si ponen rock o música disco. Una frase: “Venga, vamos a tomar la última”.

04 El TTTI (turista timorato con todo incluido)
Siguiendo los consejos que les dio el guía de la agencia de viajes a la llegada, nunca sale de su guarida, es decir, de los confines del resort. ¿Para qué?, si en el hotel tiene todo incluido y el mundo está lleno de peligros: arañas, insectos, bacterias, virus y lugareños. Se les reconoce porque no se quitan la pulserita del hotel ni debajo del agua. Los pobres no saben lo que se pierden.
05 El optimista
Siempre ve el vaso medio lleno, da igual que la mitad de los pasajeros del autobús tengan gastroenteritis o que por culpa de una huelga lleve tres días sin salir del aeropuerto. Su frase preferida: “Es maravilloso”. Según algunos estudiosos, se trata de la misma especie que la conocida como pesimista, solo que mal informado. La frase favorita del pesimista: “¿Y si... nos roban, / perdemos el avión, / cae un meteorito, / entra en erupción un volcán, / se repite el tsunami...?”.

06 El turista submarino
La inmersión (cultural) es lo suyo. Al día siguiente de llegar adopta la vestimenta local mimetizándose con el entorno. Si hay que comer orugas, come orugas. Si hay que casarse con la hija o el hijo del jefe de la tribu, pues también. De Nueva Zelanda vino con medio cuerpo tatuado. De Camerún, con escaras faciales, como los Bamenda. En Benarés, un venerable santón de luengas barbas le leyó el futuro en las líneas de la mano. Fue emocionante, aunque no entendió nada de lo que le dijo.

07 El impuntual
Cuando sube al autobús, todas las miradas se dirigen hacia él. Y no porque sea guapo. Su frase preferida, con cara de compungido: “Perdón, perdón, perdón…”. Existe otra especie hermana que, pese a su aspecto inofensivo, da mucho miedo y te puede arruinar el viaje: el despistado. ¿Cómo reconocerlo? Ha perdido el pasaporte. Se ha dejado el billete de vuelta en el bolsillo del respaldo del asiento. No apuntó el nombre del hotel. O se ha confundido de tren y ahora va camino de Sebastopol.

08 El ‘foodie’
Entre cocinilla y gourmet diletante, conoce los ingredientes más extraños y las últimas tendencias culinarias. Adaptable, es capaz de viajar a Borgoña (Francia) solo para catar un Chablis Grand Cru o de chuparse los dedos con un cucurucho de chapulines (saltamontes fritos) en México. Practica la religión conocida como slow food. A los más motivados también les va el rollo MAD Food, movimiento liderado por el chef danés René Redzepi que consiste en comer solo productos locales y recolectados en la naturaleza. Su dios se llama Ferran Adrià. Su libro sagrado es la lista Pellegrino de los mejores restaurantes.

09 El ‘Homo mochilerus’
Su Biblia es la guía Lonely Planet, que lee con el fervor y la devoción de un buen creyente. No es una especie gregaria, como mucho se mueve en pareja, aunque al atardecer suelen formar pequeñas manadas en los comederos y hoteles que recomienda la guía. Aunque tranquila, algunos ejemplares de esta especie pueden volverse agresivos si se les llama turistas. 
Algunos mochileros han evolucionado hacia el city breaker, cuyos especímenes se mueven veloces por los aeropuertos con pequeños equipajes de mano. De hábitos urbanitas, su selva preferida es la de asfalto. Su hoja de ruta la marcan los vuelos low cost.
10 El neoexplorador
No sale de casa sin las pastillas potabilizadoras, el botiquín de primeros auxilios y el cuchillo de monte con GPS y kit de supervivencia con extractor de veneno, por si le muerde una bicha. A veces también porta salacot o gorrilla de safari. Suele viajar con agencias “de aventura”.
11 El cuñado pesado
Colecciona lugares como otros coleccionan cromos de Pokemon. Puede visitar ocho países en siete días, todo para poder decir luego aquello de “He visto cosas que vosotros no creeríais…”. Muy similar, el comprador compulsivo es capaz de pasarse dos horas regateando por ahorrarse un euro o perderse las pirámides por ir a una tienda de papiros. Colecciona trofeos llamados souvenirs. Su frase favorita: “A mí no me engañan estos”.
12 El turista ‘oenegero’
Pasa las vacaciones anillando pajaritos o colaborando en proyectos locales de desarrollo sostenible. Bienintencionado e inocuo. Como una tirita. Al mismo género que pertenece el turista místico que pasó dos semanas en el ashram del gurú Maharachi en Allahabad (India).  Su frase: “Ohmmmmmm…”.
13 El fantasma
¿Ha subido usted al Everest? Él también, y sin oxígeno. ¿Ha recorrido en canoa el Amazonas? Él también, contra corriente. ¿Estuvo en París en Mayo del 68? Él no había nacido, pero su padre era amigo íntimo de Dani el Rojo. Vaya, que es el Chuck Norris del viaje. A menudo, su perfil se solapa con el del turista narcisista, que es el que siempre sale en la foto. Ya sea sujetando la torre de Pisa, sobre un camello o con un grupo de nativos (“son muy fotogénicos”). Su frase favorita: “Mira, este soy yo”.


14 El paparazzi
Siete kilos de equipo fotográfico y chaleco de pescador con muchos bolsillos son sus señas. Nunca pide permiso para hacer una foto. ¿Para qué?, con ese pedazo de zum (70-500 milímetros) que le costó una pasta. Su frase favorita: “Mira qué cara tan pintoresca”. No confundir con el viajero Moleskine, que apunta en su cuaderno de notas  hasta el número de veces que hace pis. Su nicho ecológico son los rincones de cafés literarios, los bucólicos bancos de parques en otoño… 
15 El turista ñu o marabunta

Especie gregaria que se desplaza en grandes manadas por las galerías de los Museos Vaticanos o los pasillos del Prado tras un señor o una señora con banderín arrasando todo a su paso. Solo los cuatro de la primera fila verán la Mona Lisa, pero todos comprarán la postal. Como las manadas de herbívoros por las llanuras del Serengueti, pero, por desgracia, sin cocodrilos.



Fuente El País (Adaptado)



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