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- Mi nombre es Fleming.... Ian Fleming
Escrito por Encarna
Cuando Ian Fleming escribió Casino Royale, la primera entrega sobre Bond, James Bond, el mundo estaba partido en dos. Corría el año 1952 y al escritor (él mismo, durante un tiempo, agente secreto al servicio de la Royal Navy) le empezó a recorrer la idea de inventarse un espía que fuese a la vez descarado y duro, irreverente y hedonista, y que tuviera, antes ue nada, cierta tendencia a meterse en líos (algunos de los más rocambolescos) y acabar siempre, por muy sucio que tuviera el traje, con la dama más exuberante de la fiesta.
Establecido en Jamaica, adquirió una casa llamada Goldeneye y, entre el humo de su sempiterno cigarro, escribió una historia acerca de un agente secreto que se movía con insolencia por ese mundo agitado y que, tras cada nueva hazaña, conseguía huir en el coche más rápido, dejar la escena hecha un asco y como huella, tras de sí, el arrobamiento de un par de jóvenes enamoradas. En esa novela (y en todas las que vendrían después) se esforzó Fleming por crear un marco perfecto, entre la ensoñación y la mentira, y todo bien surtido con detalles de un universo violento y ambiguo: el ya por siempre reconocible universo de los agentes secretos.
Lo primero que hizo Fleming, ya instalado frente a su máquina de escribir, fue darle un nombre a su criatura; pero no el que todos tenemos en mente, sino otro -digamos- mucho menos espectacular. En 2013 aparecieron unos borradores que desvelaron que la famosa presentación del agente podría haber quedado así: "Me llamo Secretan... James Secretan". Ese primer nombre quiso ser, por extraño que parezca, un homenaje a cierto filósofo suizo del siglo XIX. Así escribió su primera novela, si bien cambió de opinión justo antes de entregar el manuscrito. Tiró de algo,o de alguien que tenía muy a mano, y rebautizó a su protagonista con el nombre de un ornitólogo al que conocía. Ese ornitólogo, ya lo habrán imaginado, se llamaba James Bond y cedería su nombre a una de las creaciones literarias más rentables de todos los tiempos.
Entregó Fleming, así pues, el manuscrito de Casino Royale en 1952, y un año después salió a la venta el libro. El resultado fue un éxito inmediato. Incluso muerto Fleming, el mito continuó (y continúa) absolutamente vivo. Un sinfín de historias autorizadas, o apócrifas prolongan la ya de por sí eterna vida del carismático británico, cuyas apariciones, desde entonces, se cuentan por decenas, tanto por escrito como en la gran pantalla. Las últimas taquilleras versiones cinematográficas, protagonizadas por Daniel Craig, dan fe de la vigencia del personaje. Ahí sigue Bond y ahí sigue la fórmula de su éxito literario, a partes iguales una mezcla de thriller negro, novela de espionaje y aventuras.
Fuente: El Cultural, 03-09-14